Las bacterias resistentes a los antibióticos están a punto de convertirse en un preocupación de salud mundial en las próximas décadas. En la carrera por desarrollar nuevas armas, los científicos de Texas A&M han creado una nueva familia de polímeros antibacterianos que pueden matar las «superbacterias» de una manera a la que no pueden desarrollar resistencia.
El descubrimiento de la penicilina fue uno de los avances científicos más importantes del siglo XX. De repente, las infecciones eran mucho más fáciles de sobrevivir, y los antibióticos permitieron que más personas pudieran acceder a más tratamientos quirúrgicos y médicos. Pero la carrera armamentista apenas comenzaba.
Las bacterias son pequeñas plagas adaptables, por lo que rápidamente desarrollaron defensas contra los antibióticos. Los científicos, a su vez, desarrollaron otros nuevos, pero, por supuesto, las bacterias pronto también desarrollaron resistencia a ellos, en un ciclo que duró décadas. Desafortunadamente, en los últimos años la marea ha comenzado a inclinarse a favor de las bacterias: nos estamos quedando sin nuevos medicamentos, pero a ellos no se les está acabando la evolución. Nuestras últimas líneas de defensa son empezando a fallary ahora hay cepas de superbacterias que son inmune a cualquier cosa y todo lo que podamos arrojarles.
Necesitamos tácticas completamente nuevas si queremos prevenir una crisis de salud global, y los polímeros antibióticos son un paso decente en esa dirección. Estos moléculas sintéticas se adhieren y alteran las membranas externas de las bacterias, en una forma de ataque al que los insectos no pueden desarrollar resistencia.
En el nuevo estudio, el equipo de Texas A&M desarrolló nuevos polímeros que son más personalizables, lo que les permite ajustarlos para combatir las superbacterias de manera aún más efectiva. La clave es un catalizador llamado AquaMet, que puede manejar una alta concentración de cargas y es soluble en agua. Esa tolerancia a la carga es importante: los polímeros antibacterianos funcionan porque su carga positiva los atrae hacia la carga negativa de las bacterias.
El nuevo método del equipo para fabricar estos polímeros permite una ubicación más precisa de dónde se pueden agregar partes particulares a la molécula, lo que según trabajos anteriores podría mejorar su rendimiento.
En pruebas de laboratorio, se descubrió que los nuevos polímeros eran activos contra los dos grupos principales de bacterias: las grampositivas, como las Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA) y gramnegativos, como E. coli. Esto sugiere que las moléculas funcionarán contra una variedad de superbacterias. Es importante destacar que los medicamentos también funcionaron en bajas concentraciones.
La principal complicación de los polímeros antibacterianos es que los glóbulos rojos también tienen una carga negativa, lo que significa que los fármacos también pueden ser atraídos hacia ellos. Pero en este caso, el método del equipo de mayor personalización de las moléculas les permitió ser más selectivos para las bacterias. Sin embargo, esta área aún necesita más trabajo, afirma el equipo, que es el foco actual de la próxima ronda de investigación.
La investigación fue publicada en la revista. PNAS.
Fuente: Universidad Texas A & M