¿Alguna vez has notado cómo los objetos de colores brillantes se vuelven menos coloridos (casi volviéndose blancos y negros) cuando están dentro de una habitación con poca luz o cuando está oscuro? Si bien los seres humanos son conscientes de este fenómeno desde hace mucho tiempo, la causa no se investigó hasta el siglo XIX, después de que el anatomista checo Jan Evangelista Purkyně decidiera profundizar más. Finalmente dedujo que esta diferencia en la percepción del color se produce porque el ojo humano cambia entre dos sistemas diferentes dependiendo de la cantidad de luz ambiental.
La teoría de Purkyně se demostró finalmente tras el descubrimiento de dos tipos de células fotorreceptoras llamadas bastones y conos que utiliza el ojo humano. Ahora sabemos que los conos están activos principalmente durante el día. Los bastones, en cambio, se activan durante la noche y han evolucionado para mejorar nuestra visión en la oscuridad.
Nuestros cerebros se han adaptado para cambiar entre estos dos sistemas al anochecer (y al amanecer). Sin embargo, durante esta fase de transición suceden cosas interesantes. Dado que tanto los bastones como los conos se activan simultáneamente durante esta fase, se produce una percepción del color de estilo híbrido. Este efecto apenas se nota en los eventos típicos de puesta y salida del sol debido a la manera gradual en que se produce la transición.
Sin embargo, durante los eclipses solares, esta transición ocurre más rápido de lo que nuestro cerebro puede comprender, lo que lleva a lo que hoy conocemos como el Efecto Purkinje.