La razón por la que los exoplanetas son tan difíciles de encontrar es que están muy distantes y, en comparación con las estrellas, son mucho más pequeños y más tenues. A diferencia de las estrellas, los planetas no brillan por sí mismos, por lo que la única luz que emiten es la que reflejan en las estrellas. El desafío de ver esta luz reflejada es que no sólo es tenue, sino que también está ubicada cerca de la fuente de luz mucho más brillante de la estrella.
Es como cuando intentas tomar una foto con tu teléfono. Si hay una fuente de luz muy brillante como una lámpara en tu foto, apagará la imagen y hará imposible ver otros objetos cerca de la lámpara.
Es por eso que los exoplanetas comúnmente no se descubren mediante observación directa, sino mediante la observación de sus estrellas anfitrionas. En un método común, llamado método de tránsito, se utiliza un telescopio para observar una estrella y cuando un planeta pasa frente a la estrella provoca una ligera caída en el brillo. El telescopio detecta esta caída en el brillo y, si ocurre regularmente, los científicos pueden inferir que debe haber un planeta allí orbitando en un horario particular.
Sin embargo, Roman será diferente. Además de utilizar métodos que implican la observación de estrellas, también podrá observar exoplanetas directamente. Para ello, necesita un instrumento especial que sea capaz de bloquear la luz brillante de las estrellas para dejar pasar los planetas. Ese instrumento se llama coronógrafo.