Nikola Tesla estuvo lejos de ser la primera persona en desarrollar un motor eléctrico. De hecho, los primeros motores se propusieron por primera vez a finales del siglo XVIII y, en 1822, Michael Faraday había demostrado que era posible crear rotación electromagnética utilizando un cable magnético y un campo eléctrico. Apenas una década después, William Sturgeon creó el primer motor eléctrico de corriente continua que realmente podía hacer girar maquinaria, lo que llevó a una mayor experimentación en el campo para impulsar maquinaria. Estos fueron precursores importantes que demostraron que era posible crear máquinas en funcionamiento impulsadas por electricidad, cuyos motores convertían la energía eléctrica en fuerza mecánica.
En lo que Tesla fue pionero fue en el motor de inducción. Junto a Galileo Ferraris, que creó de forma independiente su propia versión del motor de inducción, Tesla desarrolló un modelo funcional de un motor que funcionaba mediante corriente alterna y generaba energía mediante inducción electromagnética. Antes de esta época, los motores de CA nunca habían sido consistentes ni confiables, por lo que esta invención tendría consecuencias de gran alcance. Como la corriente invierte automáticamente los polos del campo magnético, podría mover el motor sin necesidad de una conexión física. Esto lo hizo más eficiente y capaz de producir mucha más energía.
Este innovador invento está ampliamente considerado como uno de los más importantes de la historia. Los motores de inducción pasaron a dominar el mercado de motores eléctricos y son el tipo de motor más utilizado en la actualidad y representan más de la mitad de todo el consumo de energía en las industrias. Sin el motor de inducción, la Revolución Industrial no habría sido tan dramática.