En promedio, los motores diésel son más grandes y funcionan más calientes que sus homólogos convencionales. Después de todo, un motor diésel brilla en viajes de larga distancia, por lo que necesita más potencia y lubricación para mantener su velocidad y rendimiento. Dicho esto, incluso un motor diésel sólo necesita una cantidad determinada de aceite de forma regular. Si su motor diésel respira aceite como un niño que acaba de probar su primer refresco, es una señal de que algo anda mal.
Al igual que en los motores convencionales, el consumo excesivo de aceite en un motor diésel suele deberse a una fuga en algún lugar de la carcasa o de los componentes, lo que permite que el aceite se escape del motor y entre en lugares donde no debería estar. Rellenar constantemente el aceite no solo puede ser costoso, sino que también podría ser una señal de falla o desgaste en múltiples puntos, incluida la junta, el cárter de aceite, el tapón de drenaje de aceite o el filtro de aceite.