Mirando hacia atrás: Ha pasado una década desde que Microsoft realizó una de las adquisiciones más desastrosas en la historia de la tecnología: comprar el atribulado negocio telefónico de Nokia por la friolera de 7.200 millones de dólares. Se suponía que el acuerdo ayudaría a Microsoft a afianzarse en el mercado de teléfonos inteligentes en rápido crecimiento, dominado por iOS de Apple y Android de Google. En cambio, terminó siendo un fracaso épico que la firma de Redmond finalmente descartó como una enorme pérdida fiscal.
La historia comienza alrededor de 2010, cuando Nokia, alguna vez un titán de la industria de la telefonía móvil, no lograba mantenerse al día con sus rivales de Silicon Valley. La empresa finlandesa fue pionera en muchas tecnologías móviles, pero llegó tarde al juego de los teléfonos inteligentes. Su anticuado sistema operativo Symbian no era rival para el sofisticado software iOS y Android que impulsa los iPhones y los últimos dispositivos Android.
En lo que pareció una medida desesperada, la junta directiva de Nokia reemplazó a su director general finlandés por Stephen Elop, un ejecutivo canadiense de Microsoft. Casi de inmediato, Elop tomó la decisión de deshacerse de Symbian y apostar el futuro de Nokia en la plataforma Windows Phone de Microsoft. Ahora bien, las cosas no iban realmente bien para Symbian: era notoriamente difícil codificarlo. Pero el error fatal de Nokia no fue optar por Android, o quizás abandonar el esfuerzo de código abierto, ‘Maemo’.
Aun así, también había lógica en el razonamiento; Nokia tenía distribución global de hardware y Microsoft podía proporcionar el software. Pero había un defecto fatal: Windows Phone fue ampliamente criticado como un sistema operativo mediocre que no parecía muy lucrativo para los desarrolladores de aplicaciones. ¿Por qué tomarse la molestia de desarrollar para una tercera plataforma cuando iOS y Android ya lo estaban haciendo tan bien?
En 2013, Microsoft decidió comprar el negocio de teléfonos móviles de Nokia, al tiempo que concede a la otra empresa Nokia amplios derechos de patente. El precio de 7.200 millones de dólares dio a Nokia una inyección de efectivo, pero muchos lo vieron como un pago excesivo por parte de Microsoft por un activo que rápidamente se estaba volviendo obsoleto.
La adquisición devolvió a Elop al redil de Microsoft como nuevo jefe de su división de dispositivos. Pero no duró mucho después de la transición del CEO de Microsoft de Steve Ballmer a Satya Nadella en 2014. Nadella se dio cuenta de que la estrategia móvil era un fracaso y rápidamente comenzó a reducirla.
En una medida brutal en julio de 2015, Nadella anunció que Microsoft estaba tomando una decisión asombrosa. Cancelación de 7.600 millones de dólares tras la adquisición de Nokia y eliminando 7.800 puestos de trabajo, principalmente en la división de hardware telefónico. Fue una de las mayores amortizaciones de este tipo en la historia empresarial.
Se había presentado que el acuerdo con Nokia daría a Microsoft los activos para convertirse en una empresa de «dispositivos y servicios». En cambio, simplemente destacó cuán atrás se había quedado Microsoft en la carrera móvil.
Microsoft ahora ha girado para centrarse más en la nube bajo el liderazgo de Nadella. Pero diez años después, la debacle de Nokia sirve como recordatorio de que incluso los gigantes pueden desmoronarse si no logran mantenerse al día con los cambios tecnológicos tectónicos.