ROTURA: Si estás leyendo esto en prácticamente cualquier dispositivo informático moderno, te estás beneficiando del trabajo pionero de Robert H. Dennard. El prolífico inventor e investigador de IBM, conocido cariñosamente como «Bob» por sus colegas, falleció el 23 de abril a la edad de 91 años.
Las pretensiones de fama de Dennard son enormes. Él es la mente detrás de la memoria dinámica de acceso aleatorio (DRAM), la memoria omnipresente que literalmente hace que nuestras computadoras y teléfonos inteligentes funcionen. Y eso es sólo el comienzo. Este extraordinario nacido en Texas dejó una huella indeleble en la trayectoria de la innovación en semiconductores.
Todo comenzó en el Instituto Carnegie de Tecnología (ahora Universidad Carnegie Mellon), donde Dennard obtuvo su doctorado en ingeniería eléctrica en 1958. Recién salido de la escuela de posgrado, se unió a las filas sagradas de la división de investigación de IBM, iniciando décadas de avances.
En la década de 1960, los circuitos integrados estaban de moda, y los pioneros de los microchips competían por mejorar la memoria y la lógica de las computadoras. Dennard consideró que la RAM de núcleo magnético existente era demasiado grande y consumía mucha energía, por lo que reunió un equipo para idear una alternativa utilizando sólo seis transistores MOS por bit de datos. Pero incluso ese diseño parecía complicado.
Luego llegó el momento eureka: Dennard se preguntó si se podría almacenar un solo bit de datos utilizando un solo transistor diminuto. Con eso, Dennard sentó las bases para la DRAM tal como la conocemos hoy. Su patente de 1968 para esta tecnología marcó el comienzo de una era de memoria compacta y de bajo consumo que hizo posible la informática moderna.
Sin embargo, la DRAM fue simplemente la salva inicial de Dennard. También es conocido por la teoría de escala que lleva su nombre, la escala de Dennard, que describía cómo la reducción de las dimensiones del transistor podría aumentar el rendimiento y al mismo tiempo reducir el consumo de energía. Este principio impulsó la rápida miniaturización de la industria durante décadas, permitiendo saltos exponenciales en la densidad de los chips y las velocidades de reloj de acuerdo con Ley de Moore.
Con el tiempo, los transistores se volvieron tan minúsculos que las fugas de corriente y la escala de voltaje se rompieron, poniendo fin a la carrera armamentista de velocidad de reloj. Pero para entonces, la brujería sobre semiconductores ya había transformado nuestro mundo.
Por sus contribuciones, Dennard acumuló una vitrina de trofeos con prestigiosos premios, incluida la Medalla Nacional de Tecnología e Innovación en 1988 y el Premio Kyoto en Tecnología Avanzada en 2013, entre otros. Más importante aún, inspiró a generaciones de diseñadores, ingenieros y científicos de chips a buscar innovaciones que cambien el mundo.
Está prevista una celebración conmemorativa de la vida y carrera de Dennard para el 7 de junio en el Centro de Investigación Thomas J. Watson de IBM en Yorktown Heights, Nueva York. Aunque Bob ya no esté, su genio sigue vivo en el silicio que impulsa nuestra era digital.
Credito de imagen: Fred Holanda