Empecemos por el año 1888. En aquel entonces, los neumáticos de los automóviles se fabricaban de caucho macizo. Estos neumáticos estaban bien para carreteras antiguas, pero no eran buenos para las pavimentadas más nuevas. Luego, John Boyd Dunlop inventó el neumático, que se llena de aire; estos neumáticos llenos de aire hacían que el viaje fuera mucho más suave y rápidamente se hicieron populares.
Durante la Segunda Guerra Mundial hubo escasez de caucho. Por eso, las empresas utilizaron diferentes materiales como fibras vegetales y caucho sintético. Después de la guerra, volvieron a utilizar caucho normal, pero el uso de caucho sintético empezó a crecer. En 1931, se produjo un punto de inflexión con la exitosa industrialización del caucho sintético por parte de DuPont. Esto facilitó la producción de más y mejores neumáticos. Casi al mismo tiempo, también salió el neumático del globo. Era un neumático de baja presión con mejor contacto con la carretera, haciéndola más suave.
En la década de 1970 se introdujeron los neumáticos antipinchazo. Estos neumáticos aún podían circular distancias cortas incluso después de sufrir un pinchazo, y se introdujeron con un creciente interés en materiales que pudieran ofrecer confiabilidad en diferentes condiciones. Hoy en día, existen empresas de neumáticos que también fabrican neumáticos que son mejores para el planeta. Un buen ejemplo son empresas como Hankook que desarrollan neumáticos sin aire, o NPT (neumáticos no neumáticos), utilizando monomateriales que son más eficientes energéticamente en la producción y reciclables.