Gracias a un descubrimiento reciente sobre las algas marinas, los científicos han desarrollado plantas de cultivo que absorben un espectro más completo de luz solar, lo que resulta en un mejor crecimiento. El hallazgo también podría conducir a una mayor producción de biocombustibles.
Debido a que el agua de mar absorbe el espectro rojo de la luz solar bastante cerca de la superficie, las algas marinas deben conformarse con el espectro azul-verde que les llega. Para utilizar esa luz para realizar la fotosíntesis, producen una clorofila especial que absorbe la luz azul-verde conocida como clorofila c.
Debido a que las plantas terrestres tienen fácil acceso al espectro rojo, no se molestan en producir clorofila c. En cambio, producen clorofila a y clorofila b, que absorben principalmente la luz azul violeta y roja anaranjada, respectivamente. Ni a ni b son particularmente buenos para absorber la luz azul-verde.
Entonces, ¿qué pasaría si una planta terrestre pudiera producir a, b? y ¿C? Bueno, ahí es donde entra en juego el nuevo estudio.
Dirigido por el asistente. El profesor Tingting Xiang, un equipo de la Universidad de California Riverside, pudo identificar recientemente el gen que permite a los dinoflagelados (un tipo de alga marina) producir clorofila c. Luego, los investigadores implantaron ese gen en plantas de tabaco, que procedieron a sintetizar la clorofila c. junto con los habituales a y b.
Esta capacidad permitió a las plantas genéticamente modificadas absorber un espectro más amplio de luz solar que un grupo de control convencional, lo que resultó en un crecimiento significativamente mayor. Y aunque para el estudio se utilizaron plantas de tabaco, se cree que la tecnología debería funcionar con cualquier tipo de planta de cultivo.
Los científicos también creen que sus hallazgos podrían conducir a una mayor producción de biocombustibles derivados del aceite de algas. Esto se debe a que ya existen algunas especies de algas acuáticas que producen naturalmente clorofila a y b pero no c, al igual que las plantas terrestres. Si esas algas pudieran modificarse para que también produjeran c, entonces presumiblemente crecerían más rápido y producirían más petróleo.
«La identificación de la vía biosintética de la clorofila c es más que una curiosidad científica; es un potencial punto de inflexión para la energía sostenible y la seguridad alimentaria», afirmó el profesor Robert Jinkerson, coautor de un artículo sobre el estudio. «No sólo estamos obteniendo conocimientos sobre el elemento vital de los ecosistemas marinos, sino que también estamos abriendo un camino hacia el desarrollo de cultivos más robustos y biocombustibles eficientes».
El artículo fue publicado en la revista. Biología actual.