El primer modelo Abrams pesaba aproximadamente 55 toneladas. Gran parte de este peso, según el Museo de Primera División, se puede atribuir a la adición de la armadura Chobham avanzada. Esta forma de protección, particularmente en su forma inicial, era demasiado voluminosa para ser práctica en vehículos más pequeños, y pasaría factura a los Abrams.
La proliferación del Abrams (para 2017, se habían fabricado más de 10,280 de ellos) se debe a que el modelo se repite continuamente en lugar de reemplazarlo o volverlo obsoleto. Su armadura se ha mejorado constantemente a lo largo de las décadas. La protección avanzada que utiliza uranio empobrecido ha permitido al Abrams resistir una amplia gama de amenazas, pero la densidad de las láminas de dicho material, cuando se aplican a áreas más vulnerables del tanque (y en conjunto con compartimentos especialmente reforzados para proteger y contener municiones) explosiones), lo hacía muy pesado. En efecto, Records Mundiales Guinness otorgó al M1A2 Abrams, que llegó por primera vez en 1990, el récord de «tanque más pesado (actualmente)». Con poco menos de 139.000 libras o 63 toneladas métricas, es sin duda una máquina formidable.
La cuestión es que este peso sigue aumentando. En enero de 2021, Noticias de defensa afirmó que el Director de Pruebas y Evaluación Operativas del Pentágono concluyó en un informe que «el crecimiento de peso limita la transportabilidad táctica del tanque. El M1A2 SEPv3 no es transportable por los vehículos de recuperación, puentes tácticos o transportadores de equipo pesado actuales». En ese momento, el M1A2 Abrams había impactado 73,6 toneladas.