En unos pocos meses las cookies cumplirán 30 años. Nacidas en el seno de Netscape, inicialmente planteaban una excepcional mejora en la experiencia de uso de Internet, pero como casi todo lo asociado a la red de redes, han acabado siendo pasto de los usos más malintencionados posibles. Que, es cierto, el riesgo de seguridad que plantean es limitado en comparación con otras amenazas, pero sí que han sido utilizadas, durante mucho tiempo, con la intención de recopilar un gran volumen de información de los usuarios.
En respuesta a ese uso (aunque casi podemos calificarlo como abuso), los reguladores empezaron a estudiar las medidas que se podían adoptar para limitar el uso de cookies por parte de las páginas y los servicios web. Las cosas de palacio van despacio, eso sí, de modo que tuvimos que esperar un tiempo hasta que empezaron a definirse los marcos legales propios de las diferentes regiones. Y en nuestro caso, como país miembro de la Unión Europea, la legislación que se aplica es la que se desprende del Reglamento General de Protección de Datos, más conocido como RGPD o como GDPR, por sus siglas en inglés.
La GDPR marcó un antes y un después, sí, pero también ha logrado cosechar cierta antipatía entre no pocos usuarios, pues es precisamente esta norma la que ocasiona que, con frecuencia variable, los sitios y servicios web nos muestren ese mensaje en el que debemos indicar qué queremos en relación con las cookies. Esto ha dado lugar a la proliferación de soluciones que nos evitan el tener que pasar por el trance de volver a configurar, en muchos casos de manera manual y de uno en uno, qué dominios deseamos que puedan emplear cookies y cuáles no.
Esto, como digo, puede llegar a resultar tremendamente tedioso y, por suerte, parece que los reguladores del espacio común europeo han dado acuse de recibo de las quejas de los usuarios. Así, según podemos leer en Techspot, la Unión Europea introducirá modificaciones en la regulación de las cookies, y lo hará precisamente con el fin de reducir las molestias que plantea en modelo actual a los usuarios, algo para lo que espera contar con la colaboración de las tecnológicas implicadas.
El problema con estos mensajes es que algunos sitios facilitan denegar el uso de determinadas cookies con uno o unos pocos clicks, mientras que otros, en muchos casos con una intención claramente disuasoria (es decir, para hacer que el usuario desista de bloquear el uso de las mismas), permiten aceptarlas con un solo click pero establecen la necesidad de decenas o incluso más de cien clicks para bloquear todas. En este sentido, la UE confía en que las empresas responsables mejoren la comunicación sobre las cookies empleadas y, sobre todo, que simplifiquen los procesos, a cambio de lo cuál será posible espaciar más en el tiempo la obligación de volver a consultar al usuario.
