La superpotencia de la humanidad está sudando, pero el aumento de calor podría ser nuestra kriptonita, y un aumento de temperatura promedio de 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales podría provocar olas de calor fatales y regulares en grandes partes del planeta, dice Tom Matthews, profesor titular de geografía ambiental en King’s College de Londres.
«Hemos evolucionado para hacer frente al calor y la humedad más extremos que el planeta nos puede arrojar», explica. Pero cuando nuestra temperatura central llega a unos 42 grados Celsius (alrededor de 107,5 grados Fahrenheit), las personas enfrentan un golpe de calor y una probable muerte, ya que el cuerpo se esfuerza por mantenerse fresco y el corazón trabaja más duro, lo que induce ataques cardíacos.
Matthews cita un ejemplo de su país de origen, el Reino Unido. En el verano de 2022, el Reino Unido batió su récord de altas temperaturas, superando los 40 grados Celsius (104 grados Fahrenheit). El país registró casi 60.000 muertes asociadas con el calor extremo, aproximadamente el mismo número de muertes en Inglaterra y Gales a causa de Covid durante 2020.
“Con un calentamiento de 1,5 grados Celsius, lugares como Lagos, Karachi, [and] Shanghai comienza a experimentar olas de calor que superan nuestro límite. A 2 grados centígrados, los fenómenos aumentan al menos 10 veces más a menudo, y si llegamos a 8 grados centígrados, una gran fracción de la superficie de la Tierra estaría demasiado caliente para nuestra fisiología y no sería habitable”, afirma.
El aire acondicionado y las habitaciones con escape de calor ayudarían, pero es posible que debamos abandonar el trabajo intenso al aire libre, como el cultivo de arroz en regiones más cálidas. Y estas soluciones deberán poder satisfacer la demanda. “La infraestructura debe poder soportar las marejadas cuando todo el mundo enciende el aire acondicionado, y debe poder soportar huracanes o inundaciones”, afirma.
¿Nuestra mejor esperanza ante el inevitable aumento del calor? Cooperación. “Hemos creado sistemas de pronóstico que nos avisarán cuando se avecinan desastres trabajando juntos a enorme escala. Debemos seguir haciendo lo mismo”.
Este artículo aparece en la edición de marzo/abril de 2024 de la revista WIRED UK.