Cuando pisas el freno mientras conduces, es posible que notes que el morro del coche se hunde hacia el suelo. Es más obvio en los SUV que en los sedanes y los autos deportivos, pero es algo que todo conductor perspicaz siente. Todo en el auto se tambalea hacia adelante y una buena parte del peso y la inercia del auto se lanza hacia el frente. Este cambio de peso exige más de las pastillas de freno delanteras que de las traseras.
Los frenos delanteros están diseñados para absorber una mayor parte de la fuerza de frenado debido a esta distribución del peso. Dado que son ellos los que soportan la mayor parte de la carga de frenado, los fabricantes suelen equipar los vehículos con sistemas de frenos delanteros más grandes y robustos. Esto incluye pastillas de freno más grandes y, a menudo, discos o rotores más grandes, que son más capaces de absorber y disipar el calor generado por la fricción del frenado. Con más trabajo, más desgaste; por lo tanto, las pastillas de freno delanteras son propensas a desgastarse más rápido que las traseras.
El efecto de transferencia de peso es más pronunciado en situaciones de frenada de emergencia o al navegar por pendientes pronunciadas. En tales escenarios, los frenos delanteros trabajan excepcionalmente duro para contrarrestar el impulso hacia adelante y mantener el control del vehículo. La intensa demanda no sólo desgasta las pastillas de freno más rápidamente, sino que también resalta el papel fundamental de los frenos delanteros en la seguridad y el manejo general del vehículo. Puede guardar mejor sus pastillas de freno en tales escenarios utilizando freno motor.