A pesar de sus capacidades prometedoras sobre el papel, el programa CMV-22B ha enfrentado desafíos importantes desde que alcanzó la COI en 2021. Originalmente se esperaba que alcanzara la capacidad operativa total en 2023, pero el programa encontró reveses, incluida la inmovilización de la flota Osprey ese mismo año. Sumándose a estas dificultades, una duro informe del Director de Pruebas y Evaluación Operativas (DOT&E) en 2022 señaló numerosas fallas del subsistema, incluido un problemático sistema de protección contra el hielo responsable de un enorme 44% de las fallas durante las pruebas. Además, el CMV-22B recibió una mala puntuación por su facilidad de mantenimiento, lo que requirió inspecciones especiales frecuentes para mantenerlo en condiciones de volar.
Como tal, si bien la familia Osprey está posicionada para convertirse en una parte central de la futura estructura de la flota de la Armada, el C-2 Greyhound tuvo que reemplazarla en 2023 cuando se emitió la orden de inmovilización de la flota. A pesar de que se levantó la orden de inmovilización el pasado mes de marzo, el breve episodio todavía plantea muchas dudas no sólo sobre la puntualidad del programa del CMV-22B sino también sobre la viabilidad de la plataforma en su conjunto.
En general, si bien existen planes tentativos para poner en servicio el CMV-22B en 2025, ese hito es casi seguro. La fecha para la transición completa dependerá en última instancia de la capacidad de Bell-Boeing para abordar los problemas identificados por el DOT&E en 2022, lo que podremos conocer una vez que el DOT&E publique su informe de seguimiento sobre el CMV-22B el próximo junio.