Los científicos han demostrado una solución creativa para contaminación plástica, uno de nuestros problemas medioambientales más acuciantes. El plástico estaba incrustado con esporas de bacterias que se alimentan de plástico y que se activan cuando se arrojan al vertedero, biodegradando el 90% del material en cinco meses. Lo más extraño aún es que esto hizo que el plástico fuera más duro y resistente durante su uso.
El plástico es un material resistente y versátil, pero las mismas propiedades que lo hacen útil también dificultan su eliminación. Se sabe que tarda décadas o siglos en degradarse, por lo que enormes cantidades de desperdicios plásticos están obstruyendo los vertederos y océanos.
Curiosamente, parece que la naturaleza se está adaptando, como suele ocurrir. En los últimos años los científicos descubrieron bacterias que han evolucionó la capacidad para descomponer el plástico, aisló las enzimas que lo haga, e incluso aumentaron su eficiencia. Potencialmente, esto podría generar centros de reciclaje más eficientes donde el plástico se trate con enzimas y bacterias. Pero ¿qué pasa con el plástico que no llega a estas instalaciones? El poliuretano termoplástico (TPU) es un tipo de plástico resistente que se usa comúnmente para fabricar cosas como zapatos, artículos deportivos, fundas para teléfonos y piezas de automóviles, pero que actualmente no se puede reciclar.
Entonces, para el nuevo estudio, el equipo investigó un nuevo método potencial para eliminar el TPU: incrustar esporas de la bacteria que come plástico. Bacillus subtilis directamente en el plástico mismo. Lo ideal sería poder utilizar los productos de plástico normalmente, sin que se descompongan demasiado pronto, y sólo cuando fueran arrojados a un vertedero o a entornos naturales comenzarían a biodegradarse.
El primer problema a superar es que el alto calor utilizado para producir plástico mataría la mayoría de las esporas bacterianas. Entonces, los investigadores diseñaron genéticamente los microbios para resistir ese calor y descubrieron que entre el 96 y el 100% de las bacterias editadas sobrevivieron a la temperatura de procesamiento del plástico de 135 °C (275 °F), en comparación con solo el 20% de los insectos no editados.
Luego, probaron qué tan bien las bacterias descompondrían el plástico, un proceso desencadenado por los nutrientes y la humedad del suelo. En concentraciones de hasta el 1% del peso del plástico, las bacterias descompusieron más del 90% del material a los cinco meses de ser enterrado en abono.
Es fácil suponer que darle al plástico su propio talón de Aquiles sólo lo debilitará durante el uso, pero resulta que es todo lo contrario. Se descubrió que el plástico fabricado con las esporas era hasta un 37 % más resistente y tenía hasta un 30 % más de resistencia a la tracción que el TPU normal, y el equipo planteó la hipótesis de que las esporas actúan como un relleno de refuerzo.
Los investigadores dicen que esta técnica, que es potencialmente escalable, podría abrir una nueva forma de deshacerse de los TPU no reciclables, al tiempo que los hace más resistentes y resistentes durante su uso. Combínalo con un algunos otros métodos y podríamos lograr algunos avances para abordar el problema de la contaminación plástica.
La investigación fue publicada en la revista. Comunicaciones de la naturaleza.
Fuente: Universidad de California, San Diego a través de scimex