El objetivo de Rentschler era aumentar la capacidad sin dejar que el tamaño del motor resultara perjudicial. Si tiene éxito, esto podría aumentar la eficiencia y la practicidad del vuelo. La idea tenía un enorme potencial y, al recibir un total de 1.250.000 dólares de financiación para el proyecto por parte de inversores, Rentschler colaboró con Pratt & Whitney, entonces una empresa de fabricación de herramientas, para obtener capital adicional y un espacio de fabricación equipado para crear sus prototipos de motores.
En 1925 fundó Pratt & Whitney Aircraft Company, con sede en Connecticut. Gracias a su experiencia previa en la industria, se le unieron algunos ingenieros de gran talento: Andy Willgoos, Earl A. Ryder y John Borrup se encontraban entre sus filas pequeñas pero talentosas. En poco tiempo, habían creado el primer motor Wasp del mundo, el Wasp Serial Number 1 que hizo su debut en la Nochebuena de 1925. Su impacto y legado resultarían notables.
Uno de los primeros inversores particularmente importantes en el motor Wasp fue la Marina de los EE. UU., que necesitaba un motor de este tipo porque la tecnología radial refrigerada por aire tenía varias cualidades clave: aviones más ligeros, potencialmente más rápidos y más potentes. Algún día, estos aviones serán capaces de realizar aterrizajes seguros en portaaviones. La Armada quedó tan impresionada con el Wasp que realizó pedidos de 200 motores.