Los pilotos Pete Purvis y Bill «Tank» Sherman volaron uno de los primeros modelos del F-14 frente a la costa del sur de California durante un vuelo de prueba. Los pilotos realizaron una prueba de fuego del misil AIM-7 Sparrow, que fue llevado a ras de la parte inferior del fuselaje dentro del avión en lugar de desde los rieles de las alas. Después de que el piloto apretó el gatillo, los rayos explosivos del misil provocaron que se soltara en caída libre.
Cuando se realizó la prueba en 1973, las cosas no salieron como planearon los ingenieros. Mientras viajaba a 0,95 Mach (728 mph) y una altitud de 5.000 pies, el misil no logró salir del vehículo correctamente. En cambio, comenzó a dar vueltas en el aire mientras liberaba escombros, que la entrada del motor del F-14 inmediatamente succionó hacia el interior. El motor estalló en llamas, los pilotos fueron expulsados del avión y el F-14 se estrelló en las aguas del Océano Pacífico.
Esta prueba demostró por qué la Armada requiere pruebas de sus sistemas de armas aerotransportadas. Lo que funciona en papel no siempre funciona en aplicaciones prácticas, y aunque el F-14 probó el mismo sistema de misiles anteriormente, este incidente muestra por qué se requieren múltiples pruebas. Si bien la desaparición del F-14 en 1973 demostró que un avión podía dispararse desde el cielo con un misil, no fue un incidente aislado.