Algunos conductores suelen darse el lujo de circular por carreteras anchas, tranquilas y casi vacías. Para otros, conducir tiende a ser una cacofonía de embotellamientos, bocinazos y un lento progreso de parar, arrancar, parar y arrancar. La experiencia puede variar mucho según la hora del día y si es entre semana o fin de semana. Sin embargo, la conclusión es que uno de estos escenarios se adapta mucho mejor al control de crucero que el otro.
Los frenos permanecen operativos durante el uso del control de crucero y al activarlos se anulará el sistema. Esto significa dos cosas: la atención del conductor debe permanecer firme como siempre en la carretera (no estamos en nivel 5 en la escala de conducción autónoma aquí) y el control de crucero ha disminuido drásticamente su utilidad en áreas congestionadas. Por el contrario, si usted es un conductor que realiza con frecuencia viajes de larga distancia en carreteras abiertas, el control de crucero podría ser la característica perfecta para usted. Un conductor alerta y descansado es un conductor seguro y, cuando los viajes más largos pueden comprometer esas cosas, el control de crucero reduce parte de esa presión.
El control de crucero adaptativo, que monitorea continuamente la carretera en constante cambio mediante radar o láser, está potencialmente mejor equipado para manejar carreteras congestionadas. Sin embargo, no hay una respuesta definitiva sobre si ese es el caso, porque esta característica es muy diferente de un vehículo a otro.