Los soviéticos descubrieron que necesitaban un arma pesada móvil para desalojar a los alemanes durante la contraofensiva de Stalingrado. Si bien podían usar cañones de artillería para atacar directamente las fortificaciones enemigas, estas unidades no blindadas a menudo eran vulnerables al contrafuego enemigo y tardaban en posicionarse.
Aunque ya tenían un vehículo como este en el KV-2, era lento, pesado y tenía una torre grande, lo que lo convertía en un blanco fácil. Además, la producción del KV-2 se detuvo porque los soviéticos tuvieron que trasladar sus fábricas detrás de los Urales para protegerlos del avance alemán.
Entonces, para satisfacer esta necesidad, el Ejército Rojo utilizó el chasis del KV-1S y montó sobre él un enorme obús de 152 milímetros, protegido por una estructura de casamata. Este gigantesco cañón le permitía destruir emplazamientos fijos y objetivos blindados móviles; por eso, sus tripulaciones rusas le dieron el apodo de Zveroboy, que se traduce como Beast Slayer en inglés.
Sin embargo, como el SU-152 es principalmente un arma de asalto, normalmente desactiva los vehículos enemigos noqueando a su tripulación. Esto significaba que los tanques dañados sólo necesitaban reparaciones menores o nuevas tripulaciones y volverían a estar en acción al día siguiente. Sin embargo, su bajo costo y fácil construcción (más su cañón gigante) convirtieron al SU-152 en uno de los mejores cazacarros de la guerra, ya que los soviéticos podían fabricar muchos de ellos para abrumar al enemigo por su gran número.
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