El fragmento de un hueso de perro de hace 10.000 años que apareció en la costa de Alaska podría ser la prueba más antigua de perros domesticados en América del Norte y ayudar a demostrar la posible existencia de una ruta costera tomada por las primeras personas en cruzar a América del Norte desde Eurasia.
Esta nueva prueba hace que siga ganado enteros la Teoría de la migración costera, que sugiere que los migrantes de eurasia, en vez de viajar por un pasillo interior entre dos capas de hielo, eligieron las costas de Siberia, Beringia y Alaska. Estos colonos continuaron su camino a lo largo de la costa del Pacífico, llegando finalmente al límite más al sur de la enorme capa de hielo cordillerana, según esta teoría.
La teoría de la migración costera, también conocida como la hipótesis de la autopista de Kelp, está respaldada por evidencias geológicas y arqueológicas, entre las que se encuentran 29 huellas humanas que aparecieron en la costa de la isla Calvert en la Columbia Británica. Ahora tenemos más pruebas que apoyan esta teoría, pero esta vez provienen de una fuente completamente inesperada: un perro domesticado.
El perro encontrado murió hace aproximadamente 10.150 años durante el final de la última Edad de Hielo en lo que ahora es Alaska . El único fósil, un trozo de fémur, es ahora el remanente confirmado más antiguo de un perro domesticado en las Américas, según explica la nueva investigación, dirigida por la bióloga evolutiva Charlotte Lindqvist de la Universidad de Buffalo. El artículo que habla sobre este descubrimiento fue publicado el martes en Proceedings of the Royal Society B.
El hecho de que hubiese perros en Alaska en aquella época no es una gran sorpresa. Una investigación de 2019 presentó pruebas de la existencia de tres perros prehistóricos que aparecieron enterrados en lo que ahora es Illinois, y que tienen entre 9630 y 10190 años de edad, aunque esta última cifra sugiere una fecha algo más antigua que la presentada sobre el fémur del nuevo artículo. Le pregunté a Lindqvist sobre esta aparente discrepancia.
“Cuando se comparan las fechas medias obtenidas de la datación por radiocarbono de los perros de Illinois y nuestro perro, vemos que el perro de Alaska es un poco mayor”, dijo. “Pero depende también de lo que se esté comparando, y con los baremos de error y la incertidumbre —la datación por radiocarbono realizada por distintos laboratorios— se puede argumentar que tienen al menos la misma edad, aunque posiblemente el perro de Alaska sea unos doscientos años mayor”.
Los perros de Illinois son importantes, porque sugieren que los primeros colonos de América del Norte trajeron sus perros desde Eurasia. Investigaciones genéticas anteriores realizadas en este área llegaron a una conclusión similar, mostrando que los perros llegaron a las Américas hace aproximadamente 10000 años.
Lindqvist y sus compañeros tropezaron sin darse cuenta con el fémur mientras secuenciaban el ADN de un revoltijo de huesos de animales encontrados en unas cuevas al sureste de Alaska. Esta investigación se está realizando para determinar cómo los cambios climáticos durante la última Edad de Hielo afectaron a varias especies, incluida su movilidad.
“Uno de los proyectos en los que trabajo es sobre osos negros y pardos y por eso inicialmente pensamos que el hueso provenía de un oso, pero luego descubrimos que era un perro, y tuvimos que seguir investigando este hallazgo”, explicó Lindqvist por correo electrónico.
El fragmento de fémur canino, bautizado como PP-00128, se encontró en el sureste de Alaska continental, al este de la isla Wrangell, en un lugar conocido como Lawyer’s Cave. Lindqvist y Timothy Heaton, profesor de ciencias terrestres en la Universidad de Dakota del Sur y coautor del estudio, llevaron a cabo una serie de excavaciones a fines de la década de 1990 y a principios de los 2000, lo que dio como resultado el descubrimiento de este hueso y de muchos otros en esta misma cueva.
El equipo pudo derivar un genoma mitocondrial completo del fragmento, que compararon con las razas de perros modernas, perros árticos históricos y perros estadounidenses anteriores al contacto (es decir, perros que vivían en las Américas antes de la llegada de los europeos). El ADN mitocondrial proviene exclusivamente del lado materno, por lo que está incompleto (en comparación con el ADN nuclear), pero los científicos pudieron rastrear el genoma hasta un linaje que se separó de los perros siberianos hace unos 16.700 años.
Esto es algo significativo, ya que este “momento coincide aproximadamente con la fecha mínima sugerida para la apertura de la ruta costera del Pacífico Norte a lo largo de la capa de hielo de la Cordillera y la evidencia genética del poblamiento inicial de las Américas”, como escribieron los autores en el estudio.
De hecho, el fragmento encontrado presenta otra pista a favor de la hipótesis de la migración costera. El borde costero de la capa de hielo comenzó a derretirse hace unos 17.000 años, mientras que el corredor interior no se abrió hasta hace unos 13.000 años.
“Las estimaciones genéticas anteriores a la división entre los perros americanos preeuropeos y sus ancestros siberianos eran más recientes que las estimaciones de cuando la población humana ancestral nativa americana divergía de sus ancestros siberianos, lo que sugiere que los perros llegaron en migraciones posteriores de humanos a las Américas, tal vez incluso a lo largo del corredor interior ”, explicó Lindqvist.
Por supuesto, existe la posibilidad de que se tratase de un perro solitario que de alguna manera llegase a América del Norte sin la presencia de humanos. Esto quizás no sea algo tan extravagante como podría parecer; los perros fueron domesticados a partir de los lobos entre 14.000 y 29.000 años atrás, en un proceso complejo que involucró múltiples episodios de mestizaje entre perros y lobos salvajes. Dicho esto, Lindqvist cree que probablemente el perro de Alaska viviese con humanos.
“Otros restos que han sido excavados en esa misma cueva incluyen huesos y artefactos humanos, pero todos son más jóvenes”, dijo. “Sin embargo, sugieren que esta cueva fue utilizada por humanos. Y por los restos humanos encontrados en otra cueva en el sureste de Alaska sabemos que los humanos estaban en la región en el momento en que vivió este perro ancestral. Pero no, no tenemos ninguna evidencia directa de que este perro viviera con humanos. Sin embargo, lo que sí sabemos es que este perro era un perro domesticado y no un lobo, así que si yo fuese un perro, probablemente me quedaría con los humanos para comer”.
De hecho, un análisis de isótopos de carbono del fragmento de fémur sugiere que este perro fue alimentado por humanos, ya que comía pescado (posiblemente salmón) y carne de ballenas y focas.
Parece muy probable que los humanos viajasen a lo largo de la costa del Pacífico desde Eurasia hasta América del Norte, y la nueva investigación encaja muy bien con esta narrativa, que cada vez resulta más popular. Pero eso no significa que se hayan perdido de vista los caminos alternativos al continente. Como muestra una investigación anterior, es probable que haya más de una ruta hacia América del Norte, ya que probablemente también se abriese un corredor interior entre 12.600 y 13.100 años atrás.