El búnker de St. Pauli se construyó durante la Segunda Guerra Mundial para proteger a los habitantes de Hamburgo de los bombardeos aliados. La enorme estructura, que en su día fue un símbolo de la ideología nazi, ha sido ampliada y remodelada para convertirla en un moderno hotel y restaurante repleto de vegetación, así como en un gran parque y un «sendero de montaña».
Originalmente conocido como el Torre antiaérea IVEl búnker de St. Pauli, conocido como Hochbunker o búnker alto, fue construido en 1942 por trabajadores forzados. Tenía una capacidad oficial de 18.000 personas, pero en un momento dado llegó a albergar hasta 25.000 habitantes de Hamburgo. Tras el final de la guerra, los aliados planearon volarlo como parte de un plan de desnazificación más amplio, pero debido a sus gruesos muros y su ubicación central, se consideró que no era seguro hacerlo.
La enorme estructura, que se encontraba en un bullicioso distrito de Hamburgo, se convirtió en un centro artístico y cultural, además de sala de conciertos y centro de eventos durante los años de posguerra. Estos elementos aún se conservan, pero ahora se ha instalado una enorme ampliación en las paredes exteriores del búnker que pesa aproximadamente lo mismo que 60 Airbus A380 y está sostenida por 16 enormes pilares de acero. La ampliación añade cinco pisos nuevos, aumentando la altura del búnker sobre el suelo de 35 m (114 pies) a 58 m (190 pies). Estos contienen un nuevo hotel, restaurantes, una cafetería y espacios sociales.
«El espacio público de ocio combina numerosos aspectos ecológicos, culturales e históricos», explica la nota de prensa. «Además del espectacular jardín urbano, hay espacios para la cultura del barrio, zonas de exposiciones, instalaciones de jardinería urbana, alojamiento para becarios y artistas, un moderno pabellón de tres campos para deportes escolares y eventos culturales, y un hotel. Además, el lugar histórico cuenta por primera vez con un centro conmemorativo e informativo: en el antiguo centro de control y en otros lugares del edificio existente, una iniciativa conmemora a las víctimas del régimen nazi y de la Segunda Guerra Mundial».

Frank Schulze Comunicación
Además de las zonas interiores, se han plantado alrededor de 23.000 árboles y plantas en el búnker, creando un parque en la azotea de 1 hectárea, al que los visitantes pueden acceder de forma gratuita. Para llegar a él hay que subir un total de 335 escalones o caminar por un serpenteante «camino de montaña» de 560 m (casi 1.900 pies) alrededor del exterior, disfrutando de las vistas de la ciudad (hay un ascensor para aquellos que no puedan subir).
Las plantas incluyen árboles frutales, arbustos, pinos, arces, hiedras y rosales. Las plantas más grandes están bien ancladas para protegerlas de las ráfagas de viento, y un equipo de paisajistas con trepadoras industriales se encargará de su mantenimiento. También se ha instalado un sistema de riego y drenaje con control de temperatura que gestiona el flujo de agua de lluvia.
La remodelación del búnker de St. Pauli estuvo a cargo de Matzen Immobilien KG con un presupuesto de aproximadamente 100 millones de euros (110 millones de dólares estadounidenses). Se trata de la continuación de otro proyecto similar en otra parte de Hamburgo, el Búnker de energía.
Fuente: Búnker de St. Pauli