Cuando a Kip Ewing se le ocurrió el diseño del nuevo Ford GT, lo basó en el antiguo GT40, que no sólo tenía algunas de las mejores características pero también ganó las 24 Horas de Sebring en 1966. El hombre al que confió la producción de un coche tan atractivo no fue otro que Mark Gerish, que abandonó el instituto para centrar toda su atención en su pasión por la carrocería del automóvil. Afortunadamente, la apuesta de Gerish valió la pena, porque finalmente se convirtió en el fundador de Genaddi Design Group.
Ewing voló a Wisconsin, donde vivía Gerisch y tiene su sede Genaddi Design Group, todos los fines de semana para ultimar los detalles del SEMA GTX1. Originalmente iban a utilizar el diseño de automóvil abierto que lucía el GT40 en los años 60, pero decidieron ir en una dirección ligeramente diferente. A pesar de la demanda del nuevo coche, Ford no tenía intención de producir más que el que financió para SEMA. Así que Gerisch se encargó, con la aprobación de Ford, de producir el coche según las necesidades. Ford les dio a él y a su empresa de diseño un contrato de dos años.