Sabemos que los polos magnéticos de nuestro planeta están en constante movimiento y que en ocasiones han llegado a invertirse, pero las consecuencias de ese fenómeno hasta ahora eran solo motivo de especulación. Un equipo de científicos ha dado con algunas claves, y no son nada halagüeñas.
Un nuevo descubrimiento ha permitido datar con precisión que hace alrededor de 42.000 años los polos magnéticos de nuestro planeta sufrieron una inversión completa. Los científicos han bautizado ese fenómeno como el Evento Magnético Transicional Adams, o Evento Adams. El nombre, en esa tradición de los investigadores de asignar nombres con referencias humorísticas, alude al escritor Douglas Adams y a su novela LA Guía del Autoestopista Galáctico. En esa obra de ficción el superordenador Pensamiento Profundo explica que el sentido de la vida y de toda la existencia es 42.
Referencias divertidas aparte, lo cierto es que el Evento Adams no tuvo nada de gracioso para las especies que en aquel momento poblaban nuestro planeta. Ahora lo sabemos gracias a los anillos de un árbol Kauri (Agathis australis). Recientemente hallaron los troncos fosilizado de varios de estos árboles en Nueva Zelanda. Los árboles son excelentes registros geológicos de épocas pasadas, y se da la circunstancia de que aquellos Kauri vivieron precisamente hace 42.000 años, justo cuando el Evento Adams tuvo lugar. Los científicos planetarios de la Universidad de Nueva Gales del Sur, liderados por Chris Turney, no desaprovecharon la oportunidad de leer los anillos de esos árboles para tatar de desentrañar algunas de las consecuencias que tiene para el planeta una inversión de los polos magnéticos, algo que ya ha pasado antes y que, de hecho, puede volver a pasar.
Lo que encontraron fue 800 años de desastre climático, expansión glacial, torments eléctricas brutales, radiación cósmica, extinciones masivas y cambios en la manera de comportarse de los homínidos de la época, que probablemente se refugiaron bajo tierra para evitar la suerte de tantas otras especies que perecieron en la Nueva Zelanda de aquella época. Este vídeo realizado precisamente por la Universidad de Nueva Zelanda y narrado por el maravilloso Stephen Fry sirve de introducción (no exenta de cierto humor) al tema.
La datación por carbono-14 de los árboles Kauri revela algunos detalles hasta ahora desconocidos de aquellos ocho siglos de muerte y destrucción. Los árboles son especialmente buenos capturando estos isótopos presentes en la atmósfera. El carbono-14, a su vez, se produce de manera natural cuando la radiación cósmica incide sobre las moléculas de carbono de la atmósfera. Esta radiación suministra una cierta cantidad de isótopos de forma continua, pero en la época que rodea al Evento Adams, los niveles de Carbono-14 se dispararon.
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Este aumento significa que la atmósfera terrestre fue bombardeada en aquella época por cantidades masivas de raciación cósmica. ¿Qué tiene esto que ver con los polos magnéticos? El campo magnético terrestre o magnetosfera es el escudo natural que nos protege de la radiación cósmica. Cuando se produce una inversión en los polos, la intensidad del campo magnético decrece de forma dramática para recuperarse al cabo de un tiempo. Basándose en los registros de los anillos del Kauri, los investigadores estiman que unos 200 años antes de que los polos se invirtieran, la intensidad del campo magnético había decrecido a solo un 0,6% de su fuerza actual. Básicamente la Tierra perdió por completo su escudo antirradiación.
La ionización de las partículas de la atmósfera producto de la radiación cósmica eliminó casi por completo la capa de ozono y eso desencadenó un cambio climático masivo. La Tierra sufrió una glaciación acompañada de intensas tormentas eléctricas y de un aumento peligroso de la radiación ultravioleta de tipo B. La mayor parte de las especies de aquella época en Nueva Zelanda perecieron. En cuanto a los homínidos de la época. Se da la circunstancia de que en aquel momento es cuando comenzaron a realizar pinturas rupestres en cuevas. De momento es solo una hipótesis, pero los investigadores creen que nuestros ancestros se refugiaron en cuevas para evitar las inclemencias del clima y la radiación solar.
¿Se puede sacar alguna enseñanza de esto? No está en nuestra mano evitar que los polos magnéticos se muevan a su antojo, pero Turney apunta a un factor que sí podemos controlar. La atmósfera actual está atiborrada de carbono a unos niveles nunca vistos en la historia de nuestra especie. Eso significa que si ahora mismo tuviera lugar una inversión de los polos magnéticos, las consecuencias para el clima serían aún más graves que hace 42.000 años. “Necesitamos reducir las emisiones de manera urgente antes de que un evento similar tenga lugar”, termina Turney. [Universidad de Nueva Gales del Sur vía Science Alert]