¿Alguna vez has hecho memoria sobre todos los celulares que has tenido a lo largo de tu vida? ¿Tienes uno favorito? Ese con el que sentías que lo tenías todo en un teléfono. En mi caso, sí. Mi favorito de todos los tiempos es el Samsung Galaxy S21+, el mejor celular que he tenido y del que siempre que puedo hablo maravillas. Realmente no es tan antiguo —se lanzó en 2021, aunque yo lo compré en enero de 2022—, pero para mí, era preciso, tenía lo justo y necesario, ni más ni menos para un usuario promedio como yo, incluso hoy.

Hace unos días lo cambié por el Galaxy S24 FE (un salto que, siendo honesta, no fue tan drástico). El motivo principal fue que, al cumplir los tres años de uso, el S21+ empezó a tener ligeros problemas al abrir la cámara, quizás por falta de espacio libre o simplemente por el desgaste del uso diario. También necesitaba más almacenamiento, y preferí dejar de usarlo mientras aún funcionaba bien. Nunca se sabe: si algo le pasa al celular nuevo —ya me tocó volver a uno anterior por robo—, es mejor tener un respaldo en buenas condiciones.
Un repaso por los celulares que me acompañaron
En mi familia siempre fuimos aficionados a la tecnología, así que heredé los teléfonos que iban dejando desde que tenía unos 10 años. Por esa razón, mis primeros celulares fueron Nokia (modelos cercanos al mítico 3310, si es que no ese mismo). En algún momento pasé por el Samsung SGH-E340, un celular tipo concha, y más adelante por un modelo deslizante, el querido Samsung SGH-E250.
Entre 2006 y 2008 tengo una laguna mental en cuanto a qué celular usaba, porque en esa época siempre andaba con una cámara digital, y el teléfono lo usaba solo para comunicarme. Nunca imaginé que años más tarde no sería necesario llevar una cámara, porque lo tendría todo en un solo dispositivo.

Ya en 2012, tuve el Samsung Galaxy S III, en 2014 el Motorola Razr D3 XT919, y desde mediados de 2016, el Samsung Galaxy S6. En enero de 2019 cambié al Huawei P20 Pro, que también fue espectacular. Me encantaba su cámara y su rendimiento. Lamentablemente, a los tres años se le hinchó la batería y no hubo vuelta atrás.
Me gustó tanto el P20 Pro que quería seguir con Huawei. Pero después del P30, los celulares de la marca dejaron de incluir los servicios de Google, y para mí son esenciales, incluso hoy. Así que lo tomé como una señal para volver a Samsung. Y ahí es donde entra en escena my precious.
El Samsung Galaxy S21+, mi celular favorito
Cuando obtuve el S21+, lo primero que pensé fue: “Este celular es enorme”. Venía del Huawei P20 Pro, con una pantalla de 6.1 pulgadas, y de pronto tenía en mis manos un celular más pesado y de 6.7 pulgadas. Me costó un montón acostumbrarme al principio, pero con el tiempo, ese tamaño se volvió el estándar. Y terminé agradeciendo cada milímetro extra de pantalla.
Su cámara también fue suficiente para mí. No me dedico a la fotografía como para querer dispositivos con lo último en lentes y procesamiento de imagen, pero, aun así, la cámara del s21+ no me decepcionó, solo cuando quería tomar fotos nocturnas. Con imágenes coloridas, detalladas y que lucieran bien, me bastaba. Lo mismo pasó con el rendimiento: nunca tuve grandes problemas para ejecutar varias aplicaciones o juegos a la vez. Solo en el último año comenzó a descargarse más rápido, aunque en una hora y media volvía a estar cargado al 100 por ciento.

Pero lo que hizo que se ganara un lugar especial en mi vida fue algo más allá de las especificaciones. Era un celular casi indestructible. Por no estar acostumbrada al tamaño, se me caía todo el tiempo… y jamás le pasó nada. Siempre lo llevé con carcasa y lámina protectora, claro, pero aguantó golpes que hubieran destrozado otros teléfonos. Incluso una vez se cayó a una fuente con agua. La única caída a un líquido que tuvo, y ni siquiera eso lo detuvo. Siguió funcionando como si nada.
Muchos candidatos, pero solo uno es el ganador
En realidad, todos los celulares Samsung que he tenido podrían estar en el primer lugar de mis favoritos. Al Samsung SGH-E250 lo recuerdo con cariño, usándolo en la secundaria: un modelo cómodo y distintivo —siempre me gustaron los celulares deslizables— que permitía jugar títulos modestos pero divertidos entre clases. Tenía Bluetooth, reproductor MP3, cámara VGA y ranura microSD. No podía pedir más en ese entonces.
Por otro lado, el S III y el S6 fueron mis primeros acercamientos a la experiencia de usuario que hoy define a Samsung: una interfaz limpia, intuitiva y moderna, cada vez más cercana a lo que ahora conocemos como One UI, una de las mejores capas de personalización en Android.
A pesar de todo, para mí el S21+ sigue siendo el número uno. Un equipo equilibrado, confiable, resistente y con un diseño que aún se siente premium. Tal vez ya no lo use como teléfono principal, pero sigue siendo mi favorito de todos los tiempos.