La sonda espacial Viking 1 llegó a la superficie marciana hace 46 años para investigar el planeta rojo. Cayó sobre lo que se pensaba que era un antiguo canal de evacuación. Y ahora, un equipo de investigadores cree haber encontrado a apenas un millar de kilómetros pruebas de que un megatsunami arrasó el planeta hace miles de millones de años.
En un nuevo artículo publicado en Scientific Reports, un equipo de científicos detalla cómo identificó un cráter de impacto de 109 kilómetros de ancho en las tierras bajas del norte de Marte. El equipo sospecha que se trata de los restos del impacto de un asteroide muy antiguo sobre el planeta.
“La simulación muestra claramente que el megatsunami fue enorme, con una altura inicial de aproximadamente 250 metros y altamente turbulento”, nos explicaba por correo Alexis Rodríguez, investigador del Instituto de Ciencias Planetarias y autor principal del artículo. “Además, nuestro modelo muestra un comportamiento de este megatsunami radicalmente diferente al que estamos acostumbrados a imaginar”.
El equipo de Rodríguez estudió mapas de la superficie marciana y encontró este gran cráter, que ha sido bautizado como Pohl. Basándose en la posición de Pohl y en otras rocas que habían sido fechadas anteriormente, el equipo cree que este cráter tiene unos 3.400 millones de años, por lo que apareció poco después de que surgiesen en la Tierra los primeros signos de vida conocidos.
Según los modelos de los investigadores, el impacto del asteroide podría haber sido tan intenso que el material del lecho marino podría haberse desprendido y haber sido arrastrado por el flujo del agua. Según el tamaño del cráter, el equipo cree que este asteroide podría haber tenido entre 3 y 10 kilómetros de ancho, dependiendo de la resistencia del suelo con el que se topó el asteroide.
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El impacto podría haber liberado entre 500.000 y 13 millones de megatones de energía (a modo de comparación, la bomba nuclear Tsar fue de unos 57 megatones).
“Uno de los próximos pasos obvios es proponer una zona de aterrizaje para investigar estos depósitos en detalle y así comprender la evolución del océano y su potencial habitabilidad”, dijo Rodríguez. “Primero, necesitaríamos un mapeo geológico detallado del área para reconstruir la estratigrafía. Más tarde, necesitamos conectar el historial de modificación de la superficie con procesos específicos a través de modelos numéricos y estudios analógicos, incluida la identificación de posibles volcanes de lodo y formaciones glaciares”.
Ambas líneas de investigación son nobles objetivos, pero puede faltar mucho tiempo antes de que una nueva sonda se dirija a la superficie de Marte. La NASA siempre tiene que hacer malabarismos con sus misiones, pero su principal interés planetario en el futuro es Venus. Las misiones DAVINCI+ y Veritas enviarán dos naves espaciales hacia allí a principios de la próxima década.
No hay planes previstos para que una nave aterrice sobre Marte más allá de la misión Mars Sample Return, que tratará de recuperar las muestras de roca que recolecte el rover Perseverance sobre el cráter Jezero.
La NASA está cancelando misiones mientras se enfrenta a una crisis presupuestaria, por lo que no está muy claro si la agencia espacial podrá convertir el cráter Pohl en algo prioritario.